Jornada tras jornada esperamos con ansias celebrar el fútbol italiano por su entrega y dedicación, ver a nuestros jugadores favoritos y ser parte de grandes batallas campales.
* Randall Álvarez, Serie A en ESPN.
Pero más allá de los jugadores, los clubes o la Serie A, algunos aficionados del Inter quisieron ser protagonistas durante el Euroderbi de Milán y sacaron a relucir, una vez más, la otra cara del Calcio, aquella que no nos gusta ver, aunque a veces se asoma, aquella que atenta contra el espectáculo y los mismos principios de una sociedad civilizada.
Las escenas de vergüenza en la gradería verde o Curva Nord donde se acomodan los “tifosi” del Inter tomaron por sorpresa no solo a los jugadores y demás público en el estadio, sino a todos quienes vivíamos el partido.
A diferencia de otras ediciones del Derbi, al iniciarse este partido –el cual yo narraba en directo- se notaba un ambiente distinto dentro y fuera del campo.
Las acciones en la cancha también denotaban una inusual dosis de agresividad por parte de ciertos jugadores, con lo que no podía ignorar la idea de un posible “partido accidentado”...
Es cierto que desde un principio el árbitro Markus Merk marcó la pauta de su trabajo y criterio, dejaría jugar. Defiendo su posición por el tipo de encuentro que era, lo que pasa es que a veces los jugadores y/o los aficionados malinterpretan una postura así del hombre con el silbato y se valen de eso para hacer lo suyo.
Analizando la jugada que significó la última gota, me parece que la intervención del árbitro Merk representó un cambio drástico dentro de ese patrón de conducción que ya había impuesto en el partido y quizás por eso fue tan mal recibido por los aficionados interistas. Claro, más allá de que un gol en ese momento lanzaba una válvula de oxígeno a un equipo que agonizaba.
Entiendo que el público cuestione su decisión de invalidar la acción que culminó con la anotación de Cambiasso (en mi opinión fue algo drástico al marcar eso), sin embargo, no existe razón o justificación alguna para tal reacción por parte de los molestos aficionados.
Simple y sencillamente lo sucedido es algo inaceptable.
Ahora, estos aficionados del Inter han manchado la imagen de su equipo, de Italia, y hasta de la organización de la Champions League porque ya se escuchan críticas hacia la UEFA por sus sistemas de seguridad para cada partido y ante todo por no haber sentado en forma más definida, antecedentes disciplinarios contra aquellos equipos que en el pasado se han visto involucrados en incidentes similares.
¿Qué pasó esta semana en Italia?
Lo que me es difícil entender ahora es cómo en cuestión de unos días, algunos pudieron pasar del sufrimiento y la pena que vivieron por la muerte del Papa, y la consiguiente muestra de unidad y confraternidad, a esa explosión de ira y violencia. y yo que pensaba que con su muerte observaríamos buena conducta social por un buen tiempo para honrar su memoria y como muestra de que su legado quedó cimentado a su alrededor.
Pero parece que algunos viven otra realidad...
¿O será que no supieron asimilar tantas emociones mixtas en tan pocos días?
No lo sé...
Lo que sí sé es que esto no es nada nuevo en el Calcio.
Ya conocemos el alcance e impacto que pueden tener algunos grupos de aficionados, barras bravas, o individuos en Italia.
Recordemos que hace algunos meses en el Estadio Olímpico, durante la fase de grupos, el árbitro Anders Frisk recibió el impacto de un objeto que le produjo un corte en la frente.
También, durante un reciente derbi Capitalino, los aficionados manipularon la decisión del árbitro para que suspendiera el partido en progreso.
El fin de semana pasado –también en el Olímpico- hubo enfrentamientos con matiz político entre las barras extremistas de Lazio y Livorno (derechistas e izquierdistas).
Y no podemos ignorar las muestras de enemistad y rencor que algunos aficionados de Juventus le expresaron el miércoles al Liverpool en el Delle Alpi en memoria de la tragedia de Heysel de hace 20 años...
La pasión del fútbol es inmensa en Italia, como lo es en tantas partes del mundo, pero el alcance de la conducta de ciertos grupos de aficionados estadios debe controlarse de mejor forma.
Las autoridades italianas, europeas y mundiales deben tomar cartas en el asunto con mano más rígida para erradicar este serio problema.
La labor de los clubes en este aspecto es vital pues son ellos los que al final de cuentas sufren las consecuencias disciplinarias.
Estoy seguro de que ahora muchos equipos van a moverse en esta dirección para tratar de tomar medidas internas que ayuden a evitar que sus propios seguidores les echen a perder una valiosa temporada.
Estos “tifosi” del Inter, los fieles que abarrotan la popular Curva Nord, los que tanto quieren a su equipo, deben ahora afrontar con la misma valentía con que armaron “el ridículo del San Siro”, lo que el Comité de Control y Disciplina de la UEFA le imponga como sanción a su equipo, que además de una sustancial multa económica, posiblemente incluya la suspensión del inmueble por varios partidos la próxima vez que el Inter juegue en Europa, y hasta una posible expulsión continental, lo cual sería el golpe más duro pues Inter ocupa en forma solitaria el tercer lugar de la Serie A.
Sea cual sea el castigo, esperemos que de alguna forma ayude a educar a los aficionados no solo de Italia sino de todo el planeta, y les enseñe que a la ira no hay que darle rienda suelta, y que a los estadios se va a disfrutar del espectáculo del fútbol.
* Randall Álvarez, Serie A en ESPN.
