El estadio Old Trafford de Manchester volvió a ser albergue de alegrías rossoneras (Milan ganó ahí la Champions en 2003).
* Randall Álvarez, UEFA Champions League en ESPN.
Esta vez, como escenario de uno de los platos fuertes de la primera jornada de octavos de final en la Liga de Campeones de la UEFA, el denominado “Teatro de los Sueños”, donde el Manchester United ha vivido grandes momentos y ha edificado una cierta imbatibilidad, tenía guardadas sus propias ideas.
Así, al bajarse el telón en esta ocasión, los de casa enfrentaban una inesperada pesadilla, mientras que el Milan había hecho realidad su sueño de anotar como visitante, una doble bendición pues también le significó la victoria.
El enfrentamiento entre estos dos históricos equipos bien pudo haber sido la final del presente certamen.
Y aunque no se veían las caras a nivel continental durante el último cuarto de siglo, el enfrentar al Milan revive memorias en Manchester.
La primera vez que se midieron fue en 1958 y era el primer partido que el Manchester jugaba después de la tragedia de Munich donde habían perdido la vida la mayoría de los jugadores de un talentoso equipo inglés. Y la segunda vez fue en la temporada ‘68-‘69 con el Manchester United como el campeón defensor del torneo.
En ambas ocasiones semifinales el Milan eliminó a los ingleses.
Si bien es cierto, una vez que rueda la pelota, la historia parece no contar, aunque si se puede repetir, por eso se habla del peso de las estadísticas históricas.
Manchester United solamente había perdido una vez frente a equipos italianos en su feudo: Juventus (0-1) en la campaña 1996-97.
Mientras que el Milan, por su parte nunca había podido ganar en suelo inglés.
Las expectativas para este partido no podían ser mayores. Un duelo de verdaderas máquinas ofensivas.
El Manchester parecía haberse reencontrado con su toque ganador y solo había perdido uno de sus últimos diecisiete partidos.
El Milan, por su parte, durante el fin de semana había alcanzado a Juventus en la cima de la clasificación del Calcio, sin embargo, perdió a su ariete estelar Shevchenko (14 goles en Serie A, 3 en Champions) por una doble fractura en el rostro.
Para el encuentro, una ligera caída de nieve quizás ponía el tono para un inicio frío por parte de ambos equipos, matizado por el mutuo respeto y por el nerviosismo propio de un partido de este calibre.
Sir Alex Ferguson tuvo la buena noticia de poder contar de nuevo con su delantero estrella Ruud Van Nistelrooy -inició en el banco-, hoy en día, el definidor más efectivo de la Champions con 36 goles en 37 partidos que ha jugado con el Manchester, y el actual goleador del certamen con 8, quien reaparecía luego de 3 meses de ausencia.
Por las circunstancias de las ausencias el partido arrancó con una sobre-población en el medio sector, algo que de por sí favorece en todo momento al Milan de Ancelotti.
Ante la puesta táctica de ambos técnicos, el duelo más llamativo del partido se comenzó a vislumbrar con un par de carreras: la juventud y velocidad de los atacantes del Manchester (Rooney – 19 años, Cristiano Ronaldo – 20) frente a la experiencia y anticipación de los veteranos centrales rossoneros Nesta y Maldini. Al final, ganó la experiencia pues Rooney fue víctima de la presión y frustración y Ronaldo abandonó el terreno con más pena que gloria.
* Nota: Jaap Stam, quien fue jugador del Manchester por 3 temporadas, había sido anotado como titular, sin embargo, sufrió una lesión minutos antes del partido durante el calentamiento por lo que Cafú jugó en ese puesto.
En el medio campo, el Manchester ya no es el mismo de hace unas temporadas.
Un Fortune perdido y un Scholes no en su mejor forma, dejaron el peso del trabajo medular en las, ya cansadas, espaldas del caudillo Roy Keane, quien hacia el final del partido y después de tanto esfuerzo demostró que también es ser humano.
Debo exaltar en el cuadro inglés la participación del argentino Gabriel Heinze, quien recorrió cada centímetro de la cancha defendiendo, incorporándose al ataque con certeras subidas y haciendo relevos oportunos en la zaga central, sin duda la mejor figura del Manchester en el campo.
En el otro bando, Andrea Pirlo, recién recuperándose de una lesión, paulatinamente fue tomando control de su parcela con la asistencia oportuna de Seedorf y el siempre aguerrido Gattuso, a quien no lo intimida el fútbol británico pues tuvo su paso por el Rangers escocés.
Hoy fue una oportunidad de oro para que Ancelotti volviera a utilizar su preferida alineación de “arbolito de Navidad” con 2 cerebros (Kaká - Rui Costa) que tantas críticas le deparó por parte del mandamás Berlusconi. Esta vez se justificaba por la ausencia de Sheva y por jugar a domicilio en casa de uno de los temidos del Viejo Continente.
La estrellita en la parte alta del “árbol” fue Hernán Crespo, quien ha vuelto a recordar lo que es echarse al equipo al hombro con la responsabilidad de ser el definidor por excelencia. Sus números no mienten: 9 goles en los últimos 10 partidos, y algunos, como el del Old Trafford, con un significado especial.
En general, fue un partido entretenido en el que ambos equipos tuvieron sus momentos de apremio y de apuro dentro de los 90 minutos. Ambos impusieron su casta de históricos en ciertos tramos e hicieron tambalear a la defensa rival.
Y de paso nos dieron un bonito espectáculo digno de una final anticipada, que si bien es cierto se definió por un fallo del arquero (la última derrota del Man Utd. en casa fue frente a La Coruña en 2001 con fallos de Barthez), el resultado fue justo porque fue el Milan el que impuso posesión del balón y ritmo, y supo ir a buscar ese soñado gol de visitante...
Pero que no suenen mucho las campanas en Milán, estamos como en el entretiempo, y quedan 90 minutos por jugar... Pero por ahora, ojalá que don Silvio le haya dado una palmadita en la espalda a Carletto, pues le vendría como un voto de confianza “del más allá” para encarar el Derbi con el Inter y defender el liderato.
* Randall Álvarez, UEFA Champions League en ESPN.
