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EXPERIENCIA • CREDIBILIDAD • LIDERAZGO

Hernán Medford      Randall Álvarez      Paulo César Wanchope

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Durante los últimos días, la ciudad de Udine y -como apoyo nacional- casi toda Italia celebraba la inminente clasificación de Udinese a la siguiente fase de la Champions League.

El partido era en casa y había que empatar, frente a un Barcelona ya clasificado que anunciaba la alineación de un equipo sin algunos de sus jugadores habituales, como los astros Ronaldinho y Etoo.

* Randall Álvarez, UEFA Champions League en ESPN.

 

Sin embargo, toda la celebración anticipada, y la simplicidad que presentaba el escenario de clasificación para los italianos, se derrumbó en cinco minutos.

Feliz y conforme con un empate a cero –a pesar de que Werder Bremen hacía lo suyo goleando al Panathinaikos-, Udinese participó del partido con la certeza de que los visitantes, a media máquina, no le estropearían la fiesta.

¡Vaya error!

El cuadro dirigido por Serse Cosmi cometió uno de esos errores monumentales frente a uno de los mejores equipos del momento: se confió y olvidó que más allá de los incentivos monetarios que otorga cada triunfo en la Champions, el rival traía la ambición de ganar con algunos jugadores que por lo general no ven muchos minutos pero que están a la espera de estas oportunidades para enviarle un mensaje de su disposición al cuerpo técnico.

Se ratificó aquel decir en el fútbol de que “equipo que sale a empatar, pierde”...

¿En qué falló Udinese?

Más que los yerros normales y propios de un partido de fútbol, el error que cometió Udinese parte del aspecto psicológico y mental del grupo, lo que se asoció con un desdoblamiento táctico y técnico durante el encuentro.

El club italiano, si bien ha estado participando en Copa UEFA desde la temporada 97/98, e inclusive ganó una Intertoto en 2000, hacía su debut en el máximo torneo europeo, y la falta de experiencia condicionó su desempeño en el partido crucial del miércoles.

Los friulianos han sido inconsistentes esta temporada, y como en otras oportunidades, carecieron de personalidad colectiva y dejaron al rival tomar la iniciativa en su propio patio. Con tensión e incertidumbre palpables se amoldaron al ritmo del Barcelona, más lento de lo habitual pero ordenado.

Así, cuando los equipos parecía haber llegado a un “acuerdo entre caballeros” con el empate, Udinese bajó los brazos y permitió el primer gol en el minuto 85, al que asombrado y nervioso, no supo responder. El resto sería historia.

A nivel táctico, Udinese formó con un 3-5-2, con el propósito natural de crear presión en la siempre eficiente medular barcelonista que presentaba variantes y que tuvo en Deco a su armador, bien escoltado por Edmílson y Gabri.

Pero Udinese optó por retroceder y quedó en desventaja de piernas disponibles en ese sector. Las estadísticas de posesión del balón entonces favorecieron al Barcelona en forma abrumadora.

La dinámica de Deco, las rotaciones de Esquerro y Larsson, así como las subidas de Belletti y Gio marearon en ciertos tramos del partido a Obodo (recurrió luego a faltas), Muntari, Vidigal y compañía, mientras Candela, Zenoni (salió lesionado) y Tissone tuvieron pesadillas que les impedía dejar su marca por las bandas para intentar desahogar el fondo.

En ataque, desorden y precipitación fue la tónica del Udinese, de allí el buen número de fueras de juego en que incurrieron Antonio Di Natale y Vincenzo Iaquinta.
Este último, algo para destacar pues mucha responsabilidad ofensiva recayó sobre sus hombros e inclusive tuvo un interesante duelo personal con Puyol. Pero el corpulento delantero no andaba al cien por ciento pues desde hace varias semanas padece de un problema en un pie, por lo que se había ausentado en varios partidos. Sin embargo, para este partido se tomó la decisión de sacrificarlo y hacerlo jugar infiltrado, a la espera de que el sacrificio valiera la pena. No fue así y ahora posiblemente deberá perderse varias fechas más hasta que se recupere por completo.

También hay que destacar la gran labor del eterno Néstor Sensini, quien a sus 39 años lideró con veteranía y cordura la línea de tres que utilizó Cosmi. El argentino, incluso sacó a relucir su casta de guerrero infalible para empujar e intentar irse hacia arriba cuando las piernas de sus compañeros parecían quedarse inmóviles por la presión.
Pero así es el fútbol, y en un abrir y cerrar de ojos, se pierde la concentración y con ello un sueño. Un sueño que por un par de horas vivieron miles de almas que abarrotaron el estadio Friuli, pero que al final quedará como un trago difícil de digerir.

Tan cerca y tan lejos, pero al final Udinese se facturó su propia eliminación.

El Barcelona demostró que aunque parezca estar jugando a media máquina, tiene un plantel que sabe a lo que juega, con experiencia y capaz de cambiarle de ritmo a un partido en cualquier momento.

Udinese demostró, por su parte, que su falta de experiencia hizo falta a la hora de balancear dos competiciones tan exigentes como la Serie A y la Champions League.

Ahora, con un nudo en la garganta deberá participar en la Copa UEFA para buscar un consuelo, y por otro lado deberá recomponer su campaña doméstica en pos de un nuevo intento en la Champions la próxima temporada.

 

* Randall Álvarez, UEFA Champions League en ESPN.

 

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